Desde la llegada de la pandemia del covid-19, la educación ha sido una materia que ha exigido un sobreesfuerzo para todos los agentes implicados. Por un lado, los estudiantes se han visto obligados a estudiar sus carreras bajo un contexto extraordinario que planteaba unas dificultades a las que no estaban acostumbrados, además de dedicar esfuerzos bajo una situación de estrés y ansiedad que complicaba sus labores educativas (tal y como recoge un estudio elaborado por la UCM que sitúa a la juventud como el colectivo de edad que más ansiedad sufrió durante la primera ola del Covid-19). Por el otro lado, el profesorado ha tenido que replantear el formato de las clases para seguir cumpliendo sus funciones de la mejor manera posible a pesar de no haber recibido el apoyo necesario debido a la situación de urgencia en la que nos encontrábamos.
En el caso de la universidad, esta sigue siendo a día de hoy un espacio esencial para garantizar la educación de calidad de todo el alumnado mientras se compatibiliza, en estos momentos más que nunca, la salud integral de alumnos y profesores. A día de hoy, los continuos cambios que ha ido generando la pandemia de la covid-19 durante el 2020 ha supuesto un clima de incertidumbre, estrés y frustración para gran parte de la comunidad educativa que pide a gritos un plan de adecuación a la nueva realidad con recursos, previsión y coordinación en las medidas planteadas.
Especialmente tras la vuelta de las navidades nos encontramos ante la llegada de la tercera ola de la pandemia con números de incidencia acumulada en la región alarmantes, situándose en una IA de los últimos 14 días (21 de diciembre a 3 de enero) de 390,7, los cuales se prevé que empeoren extremadamente en el siguiente informe ya que se reflejarán los datos una vez termine el periodo vacacional. Además, a esta situación extraordinaria se le ha sumado en las primeras semanas del 2021 el temporal Filomena que ha llevado a la Comunidad de Madrid a vivir temperaturas históricas para la región llegando a los -15º en algunos días. En estas circunstancias, la vuelta a las clases se plantea catastrófica reuniendo a miles de alumnos en un mismo espacio con temperaturas muy bajas que propiciarán, por un lado, en una mayor dificultad para la realización de los exámenes y, por otro, un riesgo añadido para la salud del alumnado ya sea por el covid-19 o por cualquiera otra enfermedad debida a las bajas temperaturas.
En este contexto, es insostenible una vuelta a las aulas como en cualquier otro año escolar, siendo una propuesta en contra del alumnado y de la salud pública de toda la región por parte de las universidades y las administraciones públicas. La juventud, tan estigmatizada durante los últimos meses, está exigiendo que se adopten medidas para las cuales se cuente con su voz a través de los diferentes mecanismos existentes, generando estabilidad, seguridad y la mejor educación de calidad que la situación permite.
Por todo ello, el Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid insta a la administración pública y en específico a las universidades a:
- Replantear el formato de los exámenes de enero de todas las universidades para que sean a distancia. Para ello, es esencial diseñar metodologías alternativas de evaluación más dirigidas a la adquisición de contenidos y su uso, eliminando opciones centradas únicamente en la memorización y repetición de un texto.
- Garantizar la accesibilidad de todo el alumnado al formato online mediante dotación de recursos electrónicos y cesión de espacios públicos que cumplan las medidas sanitarias.
- Establecer reuniones permanentes con el consejo de estudiantes interuniversitario así como las delegaciones de estudiantes, las entidades estudiantiles y los sindicatos de trabajadores más representativos del sector para la coordinación de medidas que tengan en cuenta las propuestas del propio alumnado, con el objetivo principal de democratizar la toma de decisiones teniendo en cuenta a todos los actores involucrados.